Privados de la libertad denuncian torturas y otros malos tratos en la penitenciaría de San Isidro Popayán
Denuncias / Cárceles / Presos políticos
Señalamos públicamente a los tenientes DAZA y PERDOMO como los cerebros y auspiciadores, el cabo CAICEDO de la guardia compañía azul, así como los dragoneantes de la misma compañía SALAZAR y ZULUAGA, también de la compañía roja los dragoneantes JARAMILLO, IMBACHI y TOVAR, quienes son las cabezas visibles de la continua tortura contra presos políticos y prisioneros de guerra.
Es ya conocido por todos nosotros, como estos funcionarios públicos tan pronto saben de la llegada de un preso político y de guerra a esta cárcel, de manera inmediata lo violentan verbalmente, le advierten que ha llegado a la temible Roca, le rapan la cabeza, le envían a los patios 9, 5 y 3 manejados con el contubernio de la guardia por el lumpen social y conocidos como patios de castigo, auspiciando el robo de las pocas pertenencias que lleva el compañero, la amenaza y agresión incluso a cuchillo, así como soportar que les arrojen orines y heces, mientras los señores del INPEC, como en un circo de las épocas esclavas, fungen de gratos espectadores.
Una vez terminada esta parte del suplicio, el compañero no tiene otra opción que gritar ante los guardias que lo saquen de allí, pero bajo la contraprestación de ahora ser torturado por el mismo INPEC, tal como le sucedió a los compañeros WILSON y HARRISON, a principios de 2013, cuando fueron golpeados brutalmente por el cabo CAICEDO y los guardias en mención ante los ojos del teniente DAZA por un espacio de 20 minutos, mientras ellos se encontraban indefensos en el piso.
Ningún director funge como tal, los amos y señores dueños de este centro de tortura son los tenientes DAZA y PERDOMO. La red de corrupción no conoce límites. Solo un ejemplo: el cobro de 500 mil pesos al interno que desee ser activado en el trabajo de repartidor de alimentos para efectos de redención de penas por parte del dragoneante ZULUAGA. De igual manera, la existencia de varias denuncias sin efecto alguno en lo penal o disciplinario por requisas intrusivas a la visita femenina, casos de tacto vaginal por guardianes hombres y mujeres a las familiares, han sido informados pero gozan de total impunidad.
La práctica constante de convertir los patios y calabozos por 72 horas continuas, bajo el pretexto de controlar amotinamientos cuando los hechos, o cuando lo que suceden son riñas entre dos o tres internos, a lo sumo. Bajo esta modalidad, los detenidos tienen que permanecer este tiempo encerrados en sus celdas en situación de hacinamiento, sin derecho a comunicación alguna, sin agua, sin baño y por supuesto sin poderse mover a otros espacios del establecimiento, pues incluso la comida la entregan al interno castigado a través de una rendija.
Los presos de Colombia hacemos un llamado desesperado al gobierno nacional, a las delegaciones de paz negociadoras en la Habana, a las organizaciones de Derechos Humanos nacionales e internacionales, a los medios de comunicación, a los organismos de control y disciplinarios, para que nos ayuden a detener esta red de tortura y degradación de la dignidad humana llamada INPEC, en especial lo que acontece aberrante en esta prisión
No más indiferencia, no más violaciones de nuestros derechos humanos